23 février 2013

La vida por entregas

SE presentó ayer en la librería Alberti de Madrid el primer cuaderno de un trabajo singular, 2013: la vida por entregas, podríamos llamarlo. Como acaso ya saben los amigos, Jonás Bel y Rafael Trapiello se han propuesto retratar a lo largo de un año la sociedad española. En este su Gran Teatro del Mundo aparecen los actores vestidos de sí mismos, casi siempre de pie y siempre serios. La banalización de la fotografía ha traído consigo la banalización de la sonrisa y de la risa, que se reparten indiscriminadamente en nuestra sociedad, como el tú, los besos y las palmadas en la espalda. Una comedia humana la suya de personas más que de personajes, y nunca de comparsas. La seriedad con que nos miran parece haber invertido el sentido de la fotografía, no son ellos quienes comparecen ante nosotros, sino ellos los que miran en nosotros lo que hacemos y no hacemos en estos momentos tan desalentados para todos, principalmente para l*s decentes.
De este cuaderno se han editado cien ejemplares y cien se editarán mensualmente, hasta acabar el año. Buscaban J. y R. ayer dar a conocer su trabajo y ponerlo en manos de aquellos que lo harán posible. Lo posible aquí es muy poco, y lo es todo.


7 commentaires:

  1. Magníficos retratos, he visto la galería de personas, sin máscara. He recordado aquel texto que leí aquí sobre los retratos de los "hombres importantes", costosos, encargados a los pintores importantes, pues el panadero y su aire es como un retrato hecho por Velázquez en su tiempo, y el que lleva los pollos lo mismo. Gracias, y suerte.

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  2. Si cada uno -cada pesona, cada español- contara la experiencia más intensa de su vida, saldría un libro de relatos excepcional. Ya lo hizo Paul Auster (como editor-compendiador) en EE.UU., en un recopilatorio que aquí se publicó como "Creía que mi padre era Dios".

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  3. Buen trabajo , si tocan oficios como rederas o envasadoras de conservas , trabajos que muchas mujeres hacen , lo suyo seria fotografiarlas sentadas mientras trabajan . Fotografiar la acción de trabajar evita que parezca seriado y da más autenticidad al mensaje . Pero vamos , que me gustan y les felicito , es una idea muy buena .

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  4. Fotografía testimonial. Quizás fuera ese el registro que esta técnica nunca debió abandonar. Dar cuenta de las etapas de la vida, de los momentos que quisieron fijarse como dignos de recordar. Con esa dignidad, gracia y seriedad que todos vemos con nostalgia en las fotos antiguas.

    Valor testimonial frente al mercantilismo banalizador que todo lo degrada.

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  5. Aquella época en que "whisky" y "patata" eran bebida y tubérculo, y no sucedáneos de la alegría.

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  6. Una fotografía de los años 50 hecha en Montoro (Córdoba): dos muchachos, casi adolescentes, apoyados en la baranda del mirador del pueblo, contemplan la vega del río. Se les ve de perfil, no se miran entre ellos y parecen del todo ajenos a la cámara.

    Ese posar algo tímido y candoroso, incluso en situaciones alegres y festivas.Y la seriedad siempre en los momentos "solemnes" de la vida, como eran las fotos escolares, bodas o comuniones. Ya no volverá ese tiempo inocente, pero darse cuenta de ello es de la mayor importancia.

    De ese "darse cuenta" y buen hacer habla la expresión del chico de los pollos de nuestra hoja de hoy.

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  7. ¿Porque existe la muerte se banaliza todo, hasta la propia muerte? Para no tenerla en cuenta, ni verla siquiera, ¿a mirar para otro lado, a la cámara de la vida, con sonrisa de whisky o patata?

    Lástima. Tan en serio como al trabajo habría que mirar a la muerte. Como los de “2013” a panadero y pollero, que uno a uno la muerte nos retratase. Su foto no debería tener nada que ver con una horrorosa imagen de Canetti en "Masa y Poder", un Hitler superviviente único sobre un alimenticio montón de cadáveres cada vez más grande. No. Cada foto que nos hiciera la muerte debería ser sólo un rostro humano sobre el suelo bien plano y desnudo de la piedad. Posando bien para ella, se nos deberían bajar los humos hasta dormirse dulcemente sobre el humus; sería lo lógico.

    Pues no. Detrás siempre de dineros o dioses. Muy poca piedad común. Todo el mundo a la guerra. Individual o colectiva. Qué rollo.

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